En el corazón de la provincia de Buenos Aires se esconde un destino que viene captando la atención de turistas, fotógrafos y amantes de la naturaleza. Conocido como el “Mar Muerto argentino”, este rincón sorprendente ofrece una experiencia natural tan única como inolvidable.
Se trata del Lago Epecuén, ubicado en la localidad bonaerense de Epecuén, a unos 500 km de Cañuelas. Con sus aguas hipersalinas, que permiten flotar sin esfuerzo, y sus paisajes deslumbrantes, este lugar se ha convertido en uno de los secretos mejor guardados del turismo nacional.
Un fenómeno natural que fascina
El nombre de este lago remite al famoso Mar Muerto de Medio Oriente, y no es casualidad: las similitudes son notables. El agua de Epecuén puede contener hasta 200 gramos de sal por litro, lo que la convierte en uno de los cuerpos de agua más salinos del continente. Gracias a esta particularidad, flotar se vuelve una experiencia liviana y reparadora, ideal para relajarse en cualquier época del año.
Además, el lago posee cerca de 30 minerales con propiedades terapéuticas, lo que lo vuelve atractivo no solo para el turismo, sino también para investigadores y científicos que estudian sus beneficios naturales.
Un paisaje que parece de otro planeta
El entorno de Epecuén es tan mágico como su agua. En los meses de frío, la sal cristaliza en la superficie del lago, generando un paisaje blanco, surrealista, que parece salido de una pintura. Las extensas playas invitan al silencio, al descanso, a mirar el horizonte sin distracciones. Un escenario perfecto para desconectar, respirar y reconectar con uno mismo.
Además, la zona guarda una historia única: la antigua villa turística de Epecuén, que fue arrasada por una inundación en 1985, hoy puede recorrerse como un pueblo fantasma, donde las ruinas emergen entre las sales del pasado. Una experiencia tan impactante como emotiva.
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