El animal falleció este domingo por la mañana en Mundo Marino, en San Clemente del Tuyú. Era la única orca en cautiverio en Sudamérica.
Este domingo por la mañana murió Kshamenk, la única orca que permanecía en cautiverio en toda Sudamérica. El animal falleció alrededor de las 7 de la mañana en el oceanario Mundo Marino, en San Clemente del Tuyú, a causa de un paro cardiorrespiratorio, según informó la institución.
Desde el establecimiento indicaron que el cuadro estaría vinculado a su avanzada edad y que, pese al seguimiento permanente y los cuidados del equipo veterinario, no fue posible revertir la situación. Tras su fallecimiento, se inició un análisis interno para determinar las circunstancias del desenlace.
Kshamenk vivió 33 años en cautiverio, alojado en una pileta de poco menos de 30 metros de largo. Su historia comenzó en febrero de 1992, cuando vecinos alertaron sobre el varamiento de varios animales en la Ría de Ajó, en la zona de la Bahía de Samborombón. Al llegar al lugar, los rescatistas encontraron a una única orca en estado crítico, con escasas posibilidades de sobrevivir por sus propios medios.
Los primeros intentos de reinserción en el mar no tuvieron éxito debido a la debilidad del animal. Ante ese escenario, y con autorización de las autoridades nacionales, se resolvió su traslado a Mundo Marino, donde pudo recibir atención veterinaria especializada. El proceso fue largo y complejo, ya que no solo se trabajó sobre su estado físico, sino también sobre el impacto emocional provocado por la pérdida de su grupo familiar.
Con el paso de los años, Kshamenk se adaptó al contacto humano. Sus cuidadores desarrollaron un vínculo constante que permitió el monitoreo de su salud, la alimentación diaria y la realización de estudios clínicos. Esa adaptación, que fue determinante para salvarle la vida en aquel momento, impidió cualquier intento posterior de reinserción en su hábitat natural, ya que el animal dependía del entorno social construido en cautiverio.
Desde Mundo Marino destacaron el aprendizaje obtenido durante más de tres décadas de cuidado y señalaron que la experiencia permitió avanzar en el conocimiento del comportamiento y las necesidades de las orcas. La muerte de Kshamenk reaviva el debate sobre la situación de los animales marinos en cautiverio y marca el cierre de una historia que acompañó a generaciones de visitantes en la costa atlántica.
